Edinburgh
Monday, September 04, 2006
Esta foto está tomada de una página web muy interesante y bastante curiosa www.kiltmen.com, donde encontramos una reivindicación del kilt expresada en los siguientes términos: "Anyone who doubts the masculinity of male unbifurcated garments must not have seen Mel Gibson in Braveheart or Liam Neeson in Rob Roy - two popular films in 1995 that gave a tremendous boost to men's kilt wearing. The Scottish kilt is perhaps the most macho kind of clothing around. It is a symbol of brave and independent masculinity. It was the garb of the fierce warriors of the Scottish Highlands. It's the traditional uniform of the valiant Highland regiments. And it's worn by some of the strongest athletes you'll ever see - guys who toss cabers (which resemble telephone poles) in the Scottish games. The real kilt is strictly a male garment - in contrast to unisex clothes like slacks and blue jeans that women wear most of the time. "El discurso subyacente de orgullo y masculinidad es tan evidentísimo y podría ser largamente discutido. Más interesante es el uso del cine como argumento, las películas de Rob Roy y Braveheart - que analizaremos más tarde por su impacto en el imaginario colectivo "escocés" - el reginiento escocés (que sí, llevan kilts) y los famosos "Highland games": toda una celebración de tradiciones populares en la que parece encontrarse "la esencia masculina de la nación " (pun intended!)
Qué dirían estos chicos taaaan guapos si supieran que el kilt NO era la prenda que llevaban los míticos highlanders? Tras leer el segundo capítulo de Inventing Traditions, la verdad surge ... de nuevo, el siglo XVIII y las clases altas del siglo siguiente - entre los cuales destaca Walter Scott- se encargaron de crear un pasado para la nación escocesa, y el kilt se convirtió en uno de sus mayores logros. No había kilts, no se utilizaban para distinguir a los clanes, los highlanders vestían de forma distinta, sí, pero con tejidos muy muy pobres que llevaban de una manera muy diferente al kilt tal y como se conoce hoy día...
He aquí un fantástico testimonio gráfico de como el siglo XIX construye la imagen del highlander. Esta ilustración corresponde al Waverley de Walter Scott, su primera novela y probablemente uno de los mayores éxitos editoriales de su carrera y del momento. Tal fue el impacto de esta novela, que marcó ya para siempre el imaginario escocés, siendo los highlanders esos "antepasados fuertes y nobles" , esos padres primigenios de la nación frente a la imagen que se tenía de ellos hasta entonces ( pobres, incultos, poco civilizados...). De la miseria de las Highlands a la mística de estas tierras como esencia nacional. Waverley fue responsable de toda una explosión turística en el siglo XIX, la gente iba a Escocia esperando encontrar lo que Scott había presentado en sus páginas. El efecto dura hasta nuestros días, aunque la gente no sea consciente de donde vienen esas ideas "románticas" sobre las tierras escocesas. Hollywood por su parte ha desempeñado un importantísimo papel reforzando y legitimando estas ideas, hasta el punto de que se confunde esta imagen legendaria con el pasado real. Yo llegué a Edimburgo a la estación de trenes Waverley, en pleno centro de la ciudad. Salir de esta estación es una maravilla puesto que te recibe todo el paisaje de la ciudad antigua de Edimburgo, los jardines, el castillo.. y justo enfrente de la salida encuentras el monumento a Walter Scott... del que hablaremos en breve.
Walter Scott
Es imposible ignorar la presencia de Walter Scott en la calle principal de Edimburgo. El monumento de inspiración gótica dedicado a celebrar su contribución como ilustre escocés está en pleno centro de la ciudad, estratégicamente situado en línea visual con el castillo al fondo, la parte antigua de la ciudad , los jardines de Princes Street y la New Town, que comenzó a construirse en el siglo XVIII. En el centro de este edificio, la estatua de uno de los hijos predilectos de la ciudad, a todas luces el hombre que inventó la imagen de Escocia tal y como la conocemos hoy a través de sus escritos, sus novelas históricas no sólo han marcado el modelo seguido por muchos otros novelistas, además colocaron- casi literalmente- a Escocia en el mapa mundial. Una tierra tradicionalmente denostada por su atraso industrial, y una pobreza crónica que forzaba a miles de sus habitantes a emigrar se convirtió a través de las páginas de Scott en un lugar casi místico, en el que el "espíritu del pueblo" se mantenía intacto entre las brumas de sus tierras altas. Esta idea aún sigue vigente en la imaginación popular. En muchos sentidos, Walter Scott es uno de los "padres" de la nación escocesa, un ejemplo importantísimo de cómo la literatura se convierte en uno de los ejes claves en el proceso de formación de una nación.
Las mágicas tierras altas
Si existe un lugar en Escocia donde parece buscarse o proyectarse el pasado mítico y el origen místico de la nación ese lugar son sin duda sus Highlands. Las belleza de las Tierras Altas es indudable, como también lo es su poder de sugestión, de inspiración... es de sobra conocido que Walter Scott las visitó para encontrar material para sus escritos, y el siglo XVIII las consideró la cuna primigenia de la nación escocesa, parajes que conectaban de manera invisible, indivisible y eterna el pasado con el presente y el futuro. Hoy podemos ver que esta continuidad no es más que una construcción, una fina labor de orfebrería política, pero el gran éxito ha consistido en perpetuar la relación casi espiritual de los escoceses con su paisaje, una relación que permanece en la enorme presencia que tienen Las Tierras Altas en su literatura , en su poesía. Las Tierras Altas simbolizan la naturaleza en su estado puro, la nación prístina frente a un sur más industrializado, más "contaminado" por el progreso ... las Lowlands no cuentan con ese "ingrediente místico", ese poder de fascinación... más allá de las durísimas condiciones de vida, del frío y del hambre, de la constante emigración... las Tierras Altas se han convertido en la representación del sueño de la nación escocesa... el sueño escocés vence a la realidad irlandesa, la auténtica presencia en el norte de Escocia y sus islas.